La nena ya trajo al novio a casa

Algunos lo llaman “el nuevo Frank Sinatra”. Pero, por ahora, el canadiense Michael Bublé (33) es el nuevo novio de Luisana Lopilato (22), que reemplazó al tenista Juan Mónaco. Pasó el último weekend en Buenos Aires para conocer a los padres de la actriz: Eduardo y Betty (a sus cuñados, Darío y Daniela, ya los había tratado). GENTE no les perdió pisada…

Espejo corrido
El domingo al mediodía, Luisana y Bublé almorzaron en Puerto Madero: comieron carne en Rodizio y tomaron sólo agua mineral. Siempre cerca, el bodyguard mejicano de él, que viajó especialmente.


Buenos Aires me mata
Michael Bublé llegó a Ezeiza el sábado a las 7.45, vía Dallas, en First Class del vuelo 997 de American Airlines. En el aeropuerto no lo esperaba Luli, su amor, pero sí su cuñado, Darío Lopilato. Partieron juntos al hotel Madero, donde durmió durante su estadía. Después, siempre en el auto de Luisana, recorrió Puerto Madero, en compañía de Daniela Lopilato, hermana mayor de la actriz.

Nervios y gritos
Asediados por fotógrafos y cámaras, se retiraron del teatro antes de que terminara la función. Luisana tuvo un ataque de nervios en el estacionamiento. No contestó a las preguntas de los periodistas; ni siquiera los saludó. Bublé, una figura internacional, tuvo mejor manejo de la situación y pidió calma.

Es un nuevo amanecer, un nuevo día, una nueva vida para mí, y me estoy sintiendo bien”, dice él, Michael Bublé (33), mientras canta Feeling good enfundado en su traje negro y con entonación del más romántico jazz. Luego de su último recital entre nosotros, hace ocho meses, el canadiense volvió al país, pero sin misión show business: para encontrarse con Luisana Lopilato, hasta ahora la dama nativa que “es un nuevo amanecer, un nuevo día, una nueva vida…”.

EL CLAN LOPILATO. El Día D del desembarco de Bublé fue el gélido sábado 11 en Ezeiza: sensación térmica, uno y décimas bajo cero… Del vuelo 997 de American Airlines Dallas-Baires (en First Class) saltó al corazón mismo de los Lopilato: Luisana (novia), Darío (presunto gran cuñado), y la dupla Beatriz, Betty-Eduardo (posibles suegros). Fotos: desde luego, para ir urdiendo el histórico álbum familiar. Bublé y Darío chocaron las palmas cual viejos compinches (el encuentro con el matrimonio Lopilato fue más formal y hasta un poquitín almidonado), y al toque arrancó el periplo bublesco por una Buenos Aires en guardia contra la gripe A.

ENCANTADO… El weekend de los tal vez cuñados se pareció más a una presentación de credenciales diplomáticas que a un paseo decontracté… Presentaciones, saludos, una que otra reverencia, choque de manos sin la posterior friega de alcohol en gel, etcétera. Dirá Dios si habrá boda. Pero si falla, no será porque el hermano Darío escamoteó carne en la parrilla. Sin embargo, se sospecha que la moneda tiene dos caras, y que la incesante maratón del brother responde menos a la amistad con Bublé que a su tarea de pantalla de Luisana, ¿Why? Sucede, dicen las buenas y las malas lenguas, que la dama adoptó perfil bajo porque está en el centro mismo de un hola y un adiós: es decir, recibir al canadiense casi al tiempo en que baraja el adiós al tenista Juan Pico Mónaco, con quien las cosas andan a los tropezones desde marzo. Justo cuando Pico y su raqueta pasaban por un momento dorado y aún estaba muy lejos su naufragio en la Davis.

PERO EL FUEGO… pudo más. Primer acto: Bublé, Darío, un custodio y un amigo, a bordo de un Mercedes negro última generación, pusieron proa al hotel Madero (entre 350 y 450 dólares la suite ejecutiva que ocupó), morada del cantante. Segundo acto: pocas horas después arribó –en secreto– Luisana: entró por la cochera y se encontró a solas con el nuovo fidanzato. A solas y largo tiempo… Recién pasadas las nueve de la noche salieron juntos para encontrarse con los padres de ella en la casa del laberíntico Parque Chas, de entrada fácil y salida casi imposible: ¿una metáfora de este noviazgo? Tercer acto: excursión en familia… eludiendo a la tan tenaz prensa: Luisana le pegó el esquinazo reservando una mesa para cinco en el restó mexicano Cielito Lindo, Palermo Soho… pero (astutísimos), llegaron cada uno por su lado y con diferencia de minutos. Primero, los aspirantes a suegros; después, dos amigos de la familia, y mucho más tarde, a las diez de la noche… ¡los novios! A pie, distraídos, relajados, pero con sus manos juntas: todo un dato. Cuenta la leyenda que las manos sellan más que los labios… Y recién entonces (paren las rotativas)... ¡presentación oficial! Cuarto acto: el menú, tacos y quesadillas, matizados con anécdotas de la vida de Bublé en Los Angeles, su carrera internacional ¡pum para arriba!, y los proyectos de Luisana. Después, más en confianza y acaso estimulado por un buen vino, el canadiense cantó… ¡a capella! frente a los padres de la novia. Quinto acto: medianoche, fuegos ya apagados, corazones contentos, saludos de despedida, y los novios se perdieron en las sombras. ¿Dónde pasaron la noche? Misterio. Pero juntos, y después de un clarísimo aviso: “Mami, no me esperes en casa”.

LA NOCHE DE ANOCHE. Domingo. Mediodía. Los novios, jóvenes leones y luego de una noche de alto voltaje, estaban al borde del canibalismo. Pero el asado criollo de Rodizio Puerto Madero evitó ese pecado capital. Ella, algo nerviosa y en guardia ante el posible ataque de cámaras y grabadores. Tanto, que al salir aceleró a fondo frente a un puesto de la Prefectura para eludir los flashes. En realidad, inútil fuga, ya que a las cinco de la tarde llegaron al Broadway para ver ¡Socorro! Malcriados, comedia que lideran Darío Lopilato y Agustina Attias. Y otra vez en familia: dieron el “presente” los padres, la hermana mayor y Daira (4), sobrina de Luisana. De pronto, la paz se quebró: Luisana, furiosa, descubrió a unos fotógrafos y bramó: “¡Basta por favor! ¡Déjennos tranquilos!”, mientras se fugaba entre las butacas con un Michael atónito detrás… y un custodio mejicano puteando en inglés como un barrabrava del Manchester… Por fin saltaron al Peugeot 307 gris plata de la novia, partieron con el pie en la tabla, y –qué atenta, como diría Borges– se dignó saludar a los chicos de la prensa con una sonrisa. O mejor, con una media sonrisa. Moraleja: si no quieres fotógrafos a tu alrededor, jamás vayas a un teatro de la calle Corrientes un domingo a la tarde, y menos con tu novio, con más razón si es una figura internacional.

Fonte: Gente

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